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El Sucesor

by brunorivera©

La sucesión por BrunoRivera

Bitácora Personal, Comandante Worf Fecha Espacial 57275.2

Estamos en ruta para reunirnos con la nave científica USS Agustín Stahl, para transferir al primer oficial, Comandante Martin Madden, y que éste tome el mando en calidad de capitán interino. Su misión: estudiar sistemas solares más cercanos al centro de la galaxia, donde las fuerzas cósmicas son muy intensas, para corroborar observaciones y teorías acerca de partículas subespaciales hasta hace poco desconocidas, para nuevas fuentes de energía para naves, estaciones y planetas para todo el cuadrante. El alférez Giorgievich, en operaciones, avisa:

- Capitán, USS Stahl al alcance de la transportadora.

- Enterado, Señor Giorgievich. Dé la señal al transbordador Data para salir al encuentro de Stahl.

- Transbordador Data, queda autorizado para acoplarse con la astronave Stahl.

Por protocolo, un capitán nuevo no se teletransporta a su nave, sino que viaja en transbordador, porque hay mayor seguridad en la transferencia. El transbordador puede activar escudos, armas y propulsión, y la nave nodriza puede proteger a la menor. Además, ha habido accidentes y hay la posibilidad de que enemigos o terroristas pueden interceptar el rayo.

El transbordador Data ha salido al encuentro de Stahl y el capitán Jean-Luc Picard anuncia:

- Comandante Worf, a partir de este momento, queda ascendido a primer oficial. ¡Felicitaciones!

Otros tripulantes aplauden, pero yo les dirijo una mirada, para exigir que mantengan la compostura. El capitán me dice:

- Número Uno, tiene usted el puente.

Yo contesto:

- A la orden, Capitán.

Y éste se va a su oficina. El estaba franco de servicio, pero prefirió estar a cargo de tan importante maniobra. Pronto se escucha:

- Transbordador Data solicita entrar al hangar.

Yo contesto:

- Queda autorizado. Hangar dos, éste es el comandante Worf: abra sus puertas.

- A la orden, Comandante.

Tras el recobro del transbordador, la nave regresa a su misión en Vosis VIII, un planeta clase P, que normalmente no albergaría vida humanoide, pero con yacimientos importantes de dilitio y latino en forma más pura, difíciles de encontrar en sector alguno de la galaxia. Allí nos esperan naves de otras potencias galácticas: romulanos, ferenguíes, cardasios, bajoranos, Dominio, e incluso mi raza, los Klingon.

Yo mismo dirigiré el grupo que irá a la superficie, a bordo del mismo transbordador, nombrado en honor de nuestro compañero caído, Comandante Data. Honor: gran palabra, ha sido el norte de mi vida entera, y aunque hace varios años, me parecería ajena a la naturaleza del androide que sirvió con distinción a nuestro lado, fue lo que lo definió al final de su funcionamiento, de su "vida".

Tras intercambiar señales con Enterprise, salimos y nos internamos en la atmósfera, tan tóxica como Júpiter o Saturno, planetas vecinos de la Tierra, en el Sistema Solar del Sector 001 del cuadrante Alfa. Siendo yo extraterrestre, me parece a veces prepotente que los terrícolas hayan definido el espacio desde su punto de vista, casi una deshonra.

Al atravesar, el alférez Lagonn me informa:

- Comandante, hay desgaste en el soporte de babor.

- Incrementando campo de integridad estructural.

Al hacer ajustes, noto que falta potencia, y recurro a reservas. Esto dificultará nuestro eventual despegue. Pronto rebasamos la densa capa de nubes y puedo aterrizar en el campamento base del personal científico que conduce dichos estudios. Ordené a la tripulación:

- Todo el personal, póngase sus trajes espaciales. Revisión total en un minuto.

Los cinco tripulantes nos vestimos y nos cotejamos mutuamente, buscando fallas en los cierres, rasgaduras y porosidades. Satisfechos con los trajes ambientales, ordeno al alférez que abra la escotilla trasera, y descendemos a la superficie. El Profesor Birrell, científico a cargo, me saluda por el comunicador.

- Comandante Worf.

- Profesor.

- Hay tormenta iónica sobre nosotros, que dificulta las mediciones. No esperaba que las condiciones empeoraran tan pronto.

Eso explica el daño al soporte del motor de Data. Decido poner a mi equipo en acción:

- Alférez Lagonn, muéstrele al profesor los reajustes a los sensores. Así serán capaces de seguir tomando lecturas a través de la polarización atmosférica. Subteniente Cor'Bahm, inicie reparaciones al soporte de babor. Subteniente Zelig, identifique con qué recargar nuestra reserva de energía para un despegue. Contramaestre Habashi, quédese a cargo de la nave.

Yo acompañé a Birrell y a Lagonn hasta su caseta, donde me puse a ayudar con los instrumentos, a medida que Lagonn alimentaba las computadoras con la subrutina compensatoria. Cuando terminamos, no sólo podíamos seguir leyendo las energías de los yacimientos, sino que tendríamos una idea más clara de cómo se comportaría el disturbio atmosférico. Aún así, no daba margen a las comunicaciones normales con la flotilla, pero la base estaba equipada para lanzar boyas con informes periódicos grabados en cristales de datos.

Tras llenar el correspondiente informe, salimos a lanzar la boya a la hora señalada y fui a revisar el progreso de las reparaciones. La contramaestre, una japonesa muy atractiva para los ojos humanos, pero frágil a mi entender, salió a mi encuentro, informando:

- Comandante, hemos podido resoldar el soporte, pero no hay suficientes refacciones...

El subteniente Cor'Bahm, un boliano no tan engreído como otros de su especie, informó:

- Tampoco hay aquí suficiente material compatible con la aleación de la nave...

- Seguirá siendo necesario usar el campo estructural...

Terció Zelig, humano de nacionalidad indeterminada. Prosiguió:

- Habiendo tanto dilitio, al menos, podríamos usar algunos gramos y sobraría potencia para el despegue.

Le respondí:

- Coordínese con el alférez Lagonn para que identifique un yacimiento cercano.

- A la orden, Comandante. Zelig a Lagonn, por favor, transmita coordenadas de alguna vena de dilitio cercana.

- Enterado.

Al instante, apareció una pantalla en el panel de mandos, mostrando las coordenadas. Era muy cerca, apenas cien metros en dirección opuesta al campamento. Todos fuimos a buscarlo. Al ver que el cristal sobresalía, uno de los tripulantes sacó un "phaser" para rebanar la porción deseada, pero yo lo detuve:

- ¡Alto! ¿Qué hace? ¡Si dispara, estallaremos todos!

- Pero si el nivel es mínimo...

Otro tripulante le explicó:

- La tormenta está en pleno vigor. Al combinarse la energía de tu arma, la reacción en cadena puede ser peligrosa.

El tripulante enfundó su pistola de rayos. Entonces, yo mismo arranqué una "astilla" con mis propias manos y se las entregué para regresar a la nave y hacer la adaptación. Cerramos la escotilla y descontaminamos el interior, para tallar el pedazo de dilitio con láser de ingeniería, para salir de nuevo e instalarlo en el motor de estribor. Lagonn, el andoriano, venía acompañado por un asistente vulcano, quien comentó:

- El Profesor Birrell les agradece su ayuda y lamenta el percance que están pasando, Comandante.

- No hay problema, Señor...

- Me'Stan, Comandante.

- Es mejor que se ponga a cubierto, Señor Me'Stan. Zarparemos en pocos minutos.

- Está bien. Regresaré ahora mismo.

Y se marchó a su campamento. Informé a la tribulación:

- Todos a sus puestos, nos marchamos.

Habashi tomó el puesto de copiloto, y leyó los instrumentos a medida que yo los activaba:

- Potencia media a ambos motores, soportes estables.

Cor'Bahm confirmó y añadió:

- Pero eso será todo lo que se obtenga de babor, comandante.

- Activando campo de integridad estructural.

La nave despegó muy lentamente, y yo inicié un recorrido de prueba, antes de desarrollar velocidad de escape. Había un poco de temblor. Anuncié:

- Incrementando campo inercial, ahora.

La nave se serenó, y anuncié:

- Máximo impulso a estribor.

Habashi dio a un control para compensar mientras yo aceleré a la "Data" a través de las nubes cargadas de energía subespacial. Súbitamente, el transbordador se sacudió violentamente de un lado hacia otro. Los tripulantes se explicaron alarmados:

- ¡Nos alcanzó un relámpago!

- La atmósfera generó un rayo que reaccionó al dilitio de nuestros motores.

- Por eso se averió el de babor, Comandante.

Pero aún así, abandonamos la atmósfera a tiempo. Con solamente aminorar la marcha, Data recobró la maniobrabilidad, pero apenas iba deslizándose con moméntum residual. Una nave exploradora romulana se dio cuenta de nuestro predicamento y extendió un rayo tractor, para impulsarnos hasta el Enterprise, que nos atraería hasta el hangar. Los romulanos se despidieron, diciendo:

- Aquí nave escucha Vo'Rath. Nos alegra haber sido de ayuda.

Me estoy acostumbrando demasiado a que los romulanos me tengan que rescatar.

Ya a bordo, nos tuvimos que reunir con el capitán y con el comandante Geordi LaForge, ingeniero en jefe, quien teorizó que la tormenta iónica, apenas perceptible, tiene una influencia muy marcada en sistemas subespaciales. En realidad, los detalles serían demasiados para el alcance de esta bitácora. El androide B-4 estuvo presente en calidad de observador, y aunque tenía el suficiente conocimiento teórico para analizar la situación, no comprendía algunas cosas. Por más que se le actualizó, de acuerdo con los diagramas del Data original, este prototipo nunca dio el grado de su "hermano". Todos nos frustramos ante sus preguntas, a veces, impertinentes, pero el capitán lo tomó filosóficamente:

- Recordemos que, al principio, el mismo Data nos sacaba de nuestras casillas.

LaForge resopló de un modo particular, porque fue el mejor amigo del androide. Se quejó de un problema con sus implantes ópticos y se retiró...

Fecha Espacial 57473.4

En misión de rutina hacia Epsilon Erídano, el comandante LaForge, ahora segundo oficial, me cede el mando del Enterprise-E, porque el Capitán Picard se demorará debido a un tratamiento médico muy delicado. Dada su edad avanzada, a pesar de que se alimenta bien y tiene el mejor cuidado a su disposición, la fisiología humana tiene sus límites. Esto no significa que ya deba jubilarse. De pronto, se nos apareció una nave de ataque Klingon, y lo súbito de su visibilzación activó las alarmas:

- ¡Alerta roja!

La misma nave activó defensas automáticamente, y eso me pareció que provocaría a mi gente a atacarnos, pero eso nunca ocurrió. Por el contrario, me transmitieron un mensaje, usando una vieja clave de cuando yo fui embajador de la Federación ante Quo'noS. En el mensaje, insistía que me teletransportara a su nave, porque la noticia que me darían era confidencial. Cuando el capitán llegó al puente, aún bajo el efecto de alguna anestesia, le anuncié:

- Acabo de recibir un mensaje con prioridad de la nave Klingon Nye-Gass. Solicito permiso para transportarme a bordo.

- Acompáñeme a la oficina, Señor Worf. Señor LaForge, permanezca al mando por unos instantes más.

- A la orden, Capitán.

Al entrar a la oficina, el capitán estableció un enlace protegido, pero hacía falta una de mis contraseñas:

- Worf, Glich-cha-Vor 7 Omicron.

La respuesta fue:

- Saludos, Capitán y Embajador. Les habla el coronel Lr'Kahng. Worf, se trata del Emperador Kaeh'Less.

- ¿Qué ocurre?

- Debo insistir de que le informe a bordo de mi nave, Su Excelencia.

- Señor Worf, en calidad de Cha'Dich, tengo el deber de acompañarlo.

Me incomodó un poco su insistencia, pero al invocar un título de honor, tuve que acceder. Al aparecer en Nye-Gass, fuimos conducidos al salón de reuniones, donde su capitán, un diplomático y un asistente del Emperador, a quien yo recordaba vagamente, nos esperaban impacientemente. Este protestó la presencia de mi Capitán, quien invocó su prerrogativa como mi Cha'Dich, y el funcionario cedió.

- Embajador Worf...

- Ya yo no soy un diplomático...

- ...lo que le diremos es de suma importancia y debe permanecer en estricto secreto. El emperador Kaeh'Less agoniza...

Nos explicaron, en términos generales, su condición de salud, evitando mencionar que, por ser un "clon", un duplicado genético, tomado de una muestra muy antigua, su genoma sería muy inestable.

- Es preciso que regrese con nosotros, y que venga solo, por orden del Emperador y del Concejo Supremo. El capitán Picard debe regresar a su propia nave y no debe comentar ni hacer anotación alguna en sus bitácoras de lo que aquí se ha hablado.

Mi capitán respetó la importancia del asunto y se teletransportó al Enterprise. Yo continué a bordo de Nye-Gass, que procedió a máxima velocidad hacia la sede del Imperio Klingon. El funcionario imperial me dio vestimenta ceremonial Klingon, antes de que descendiéramos al planeta.

Cuando llegamos al Palacio Imperial, nuestra primera visita, me impresionó un poco que había algunos funcionarios más que en el tiempo en que serví como embajador. El Canciller Martok tiene más aprecio por la institución que representa nuestro Glorioso Emperador que la que tuvo Gawron, así que hizo reconstruir este palacio y le proveyó personal, muchos de los cuales eran voluntarios al servicio del Klingon más noble de nuestra historia. Pero el que me traía hasta aquí decía:

- Por aquí, Embajador. ¡Apresúrese!

Y me llevó al Salón del Trono. Por fin, ante mí estaba Su Majestad, el Emperador Kaeh'Less. El funcionario se cruzó los brazos sobre su pecho e inclinó su rostro, y yo lo imité sin que él me lo recordara. El emperador se veía muy viejo y endeble, y al principio, habló con voz cascada:

- ¿Sois vos, mi leal B'lyung?

- Sí, Vuestra Majestad Imperial.

- ¿Quién viene con Vos? ¿Es acaso el Canciller Martok?

- No, Milord, Es el Embajador Worf.

- Worf, de la casa de Martok precisamente.

- Así es.

B'lyung y yo afirmamos a coro.

- Pasad adelante, Embajador. B'lyung, dejadnos solos.

El funcionario repitió la reverencia antes de voltearse para salir renuentemente, curioso por saber por qué tuvo que traer a un hombre que, aunque tenía todas las características de un Klingon, ya no formaba parte de su sociedad.

Cuando finalmente nos quedamos solos, Kaeh'Less comenzó a hablar.

- Worf, hijo de Mogh, os estaréis preguntando por qué os he hecho venir.

- Heme aquí, mi Señor, a vuestra disposición.

- Os daré un poco de trasfondo de mi historia. ¿Habéis estudiado la historia de vuestro pueblo?

- La gloriosa historia del Imperio...

- No, amigo mío, las monarquías de vuestro planeta adoptivo, la Tierra. Yo también las he investigado. Verá, El Concejo Supremo ha tolerado mi presencia en el gobierno, pero aunque aborrecen que una persona o institución desafíe su control sobre los asuntos del Imperio, aún siendo la institución de donde su poder emana, por eso mismo, siempre ha sido motivo de preocupación el que yo solamente sea una figura decorativa, al no tener poder político verdadero. El pueblo mismo clama por un papel más activo en sus vidas, siendo el Emperador Kaeh'Less el portaestandarte viviente de sus más nobles ideales: Honra, Decencia, Justicia, Valentía, Lealtad. Así que me han nombrado Juez Supremo y Preceptor de la Etica Klingon. Como en las repúblicas humanas, El Canciller ostenta el poder ejecutivo, El Concejo tiene el legislativo y a mí me tocó el judicial. Ahora las descomendaciones las apruebo o deniego yo mismo. He tenido que tratar con cada P'Takh, aunque también he visto casos meritorios, y he sabido impartir justicia. Pero ambos sabemos que yo no duraré mucho más, no sólo por ser ya muy viejo, sino porque soy lo que los científicos como usted denominan un "clon", y que mi genoma se deteriora a pasos agigantados. Mis asistentes le proveerán mi expediente completo, y tendrá que familiarizarse con todos mis casos y comparecencias ante el Concejo Supremo en menos de una semana...

- Con su venia, ¿qué acontecerá entonces?

- Deberé hacer un anuncio formal acerca de mi sucesor. Tenéis vuestra encomienda. Salid ahora y enviadme a mi ayudante, para que recopile el material que estudiaréis.

Sentí una emoción fuerte, como anticipando una batalla contra un enemigo formidable, difícil de vencer. Nunca es miedo, sino un levantamiento de la sangre que nos permite afrontar el peligro sin vacilación, hasta con gozo. Pero lo que me preocupaba era ser nominado juez en los tribunales del Imperio, al ser yo un ciudadano de la Federación, bajo el Mandato Supremo de no interferir en asuntos de extranjeros. Pero yo soy Klingon, me siento Klingon. Hasta una vez, renuncié a la AstroFlota para apoyar a Gawron contra sus enemigos, del clan de Duras, porque éstos deshonrarían al Imperio en una alianza traicionera con los romulanos, y en otra ocasión, busqué el Batt'leh legendario de mi Emperador, con la esperanza de que mi pueblo se haría más unido en propósito del honor y la paz. Hasta yo mismo juzgué a Duras y a Gawron con mi espada, al hallar que ellos ya no servían a los ideales de Quo'noS.

Los funcionarios del Emperador me alojaron en un aposento del mismo palacio, tras proveerme del material que debía yo leer durante mi estadía en mi planeta ancestral. Reevalué muchos casos, en los cuales, el Emperador desenmascaró a ciudadanos corruptos, ya sea declarándolos culpables de deshonor, o restituyendo a otros falsamente acusados. Mi orgullo y admiración crecía cada día más. Un día, el Canciller Martok me recibió en su Salón del Concejo y me saludó:

- ¡Worf, mi estimado amigo! ¿Tiene usted idea del destino que el Glorioso Emperador le tiene señalado?

- Estoy honrado de que Su Majestad siquiera dirija su vista hacia mí, un pobre expatriado, pero no tengo idea.

- Noble miembro de mi Casa, la razón por la cual el Emperador lo trajo es la misma por la cual yo le reclamé como Embajador: para dar estabilidad a esta sociedad. Claro está, entonces, acabábamos de ganarle la guerra al Dominio, y estaba la cuestión de las relaciones diplomáticas entre nuestros respectivos gobiernos.

- Pero ya mi misión fue cumplida.

- ¡Y de un modo admirable! Nunca hubo mayor seguridad entre los Klingon y la Federación, y hasta nuestras relaciones con las demás potencias galácticas son ahora mejores que nunca. Por eso mismo. Este pueblo tiene a su Emperador y también a su Concejo Supremo, colaborando hacia un fin común, y eso, el pueblo lo atesora. ¡Tenemos que mantenerlo así!

- Sigo sin entender en qué me afecta todo esto.

- Pronto lo entenderá. Prosiga con su estudio.

Regresé a mi camarote, donde me esperaba una asistente con más documentos para que yo revisara.

- Embajador, aquí le traigo las decisiones más recientes de Nuestro Inolvidable...

- Gracias, Funcionaria Yir'Ga.

- Si se le ofrece otra cosa, Milord...

- Es todo. Buenas tardes.

Pero ella trató de pasar adentro conmigo, ofreciéndose:

- Yo puedo darle un resumen muy interesante de los casos, así Su Señoría no se cansará tanto.

- Muchas gracias, pero no. Hasta luego.

Y cerré la puerta. En verdad, yo adivinaba que ella quería intimidad conmigo. Pero me provocaría nostalgia, al compararla con Keh'Leyr o con Jadzía Dax, mis fenecidas compañeras. Además, quiero cumplirle al Emperador, leyendo por mi propio esfuerzo, y enterarme con mis propios ojos de su profunda sabiduría y sentido del honor. Cada vez más, quedaba demostrado que no es sólo un clon, y mucho menos, un experimento fallido, sino un auténtico líder para una raza orgullosa.

Lo último que recibí fueron informes médicos que indicaban el grave deterioro de su fisiología: estaba anémico, perdió demasiado peso, sus funciones pulmonares, cardíacas y renales eran muy insuficientes, y hasta tiene daño cerebral. Aún así, en sus conversaciones conmigo siempre demostró una claridad mental.

En la fecha espacial 57479.7, fui citado al Salón del Concejo para una sesión conjunta del Concejo Supremo, dirigida por el emperador mismo. Entre los presentes, se encontraba Alexander Rozhenko, el hijo que tuve con la embajadora Keh'Leyr. Cuando Kaeh'Less tomó la palabra, proclamó:

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